Cae lenta e inexorable,
lágrimas de vino dulce.
Vuelve preguntando por ti
redibujando el paisaje de tus pensamientos,
de mis sentimientos,
de los silencios del papel
en que te escribes,
en el que te hablo.
Vuelve arrastrando los deseos,
empapando la tarde hasta adormecerla...
en la noche
para recitarte mis poemas
mientras descansas
y te abandonas.
Vuelve para que vuelvas
a posarte en la rama más alta
del árbol más apartado
desde el que me observas,
en el que te miras
mientras te espero.